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- Sioux, diario de un indio -

Presentación de Koko

Pues eso, que me voy a presentar. El cura que me bautizo hace ya unos cuantos años dijo mientras me echaba agua bendita en el cogote que en lo sucesivo seria llamado Fernando José, pero visto lo visto, el buen hombre perdió el tiempo miserablemente, porque creo que en toda mi existencia él ha sido el único que me ha llamado así.

Mi madre me llama Fernando o Fernandito. Esto ultimo es algo que me repatea el estómago, pero como es mi madre, pues me tengo que aguantar. El resto de mi familia me llama Nando. Eso lo soporto. Mi padre me llama inútil, directamente, pero no se si es porque de verdad cree que lo soy o porque no recuerda mi nombre y le da apuro preguntar (o por las dos cosas, quien sabe). Y por ultimo mis amigos me llaman Koko. No me pregunten el por que de ese mote, porque ni yo mismo lo se, pero el caso es que llevo sufriéndolo en silencio desde los tiempos del instituto, como las almorranas.

Tengo veintidós años, he estudiado informática, aunque ahora mismo estoy en el paro. Bueno, de vez en cuando hago alguna chapucilla, pero como comprenderán no puedo explayarme mucho con este tema, porque de cara a Hacienda tengo menos papeles que un conejo de campo.

Todavía vivo con mis padres, que es algo que ahora esta muy de moda. De hecho no tengo ninguna intención de emanciparme, porque en casa tengo de todo:

Tengo a mi madre, Margarita, a la que adoro y que a cambio de alguna que otra mirada de reprobación y de darme alguna que otra paliza emocional me hace la comida, la colada y limpia la casa. Un sol.

Tengo a mi padre, Fernando, recio señor con bigote y con una mala uva cuando se mosquea que da miedo. Supongo que el hecho de ser sargento primero de infantería debe influir lo suyo. Me considera un parásito de la sociedad porque no trabajo en algo serio (para el solo hay dos cosas serias; o ser militar o estar cavando zanjas. Las “cosas esas de los ordenadores” no es algo serio) También considera que no soy patriota porque me hice objetor de conciencia, cosa que no me perdonara mientras viva. Es todo un caso, el hombre.

Tengo a mi hermana mediana. Inés, Es la pija de la casa. O mejor dicho, lo quiere aparentar, porque es mas basta que un arado. Intenta codearse con los hijos de otros militares, sin entender que esos muchachos y muchachas amigos suyos son hijos de capitanes para arriba, y ella es hija de un sargento chusquero. Ella sabrá lo que hace, pero el método de hablar mucho con la “s” y decir “o sea”, “porfaplis”, “oyess” y otras capulladas no me parece el mas conveniente para entrar en la jet set.

Tengo a mi hermano pequeño, Pablo. Este si que es tonto. Tiene dieciséis años, y es el estudiante perfecto, el atleta perfecto, es inteligente, es alto, es rubio y es guapo. Es el yerno que toda madre quisiera tener. Que asco de niño. Además, me temo que va para cura.

Tengo a mi abuelo materno. Les voy a decir su nombre una sola vez, y a partir de aquí le llamare simplemente abuelo. Se llama Candelario, pero no es culpa suya. La verdad es que mi abuelo y mi padre no se llevan demasiado bien, mas que nada porque mi padre tiene una ideología tirando a… digamos centroderecha, por decirlo de forma políticamente correcta, y mi abuelo es mas rojo que Carrillo, por decirlo claramente.

Y por ultimo, tengo a mi perro, que es un Golden Retriever de color canela, y se llama Tango. Es un curioso caso el de mi perro. Cuando hace alguna gracia o cuando esta recién bañado, los miembros del resto de la familia le dicen con voz cantarina: “Uy, que bonito esta mi perrito Tanguitoooo”, y en cambio, cuando esta sucio o cuando se ha hecho sus necesidades imperiosas en mitad del pasillo, me dicen “Nando, tu chucho se ha cagado en el pasillo, que asco de perro tienes”. Desdoble de personalidad, creo que se llama eso, pero no sé si por parte de mi perro o de mi familia.

Así es que como ya podrán sospechar a estas alturas, cuando en mi casa hay una discusión/debate/arrojamiento-de-platos, se suelen formar dos bandos: mi padre, mi hermana Ines y mi hermano Pablo por uno, y mi abuelo, mi perro y yo por otro, teniendo a mi madre como pacificadora de la ONU.

Ya fuera de casa, les voy a hablar de otras dos personas: mi novia y mi colega.

Mi novia no es mi novia. Bueno, si que lo es, pero… no, no lo es. En fin, no sé si somos novios, o amigos con derecho a roce, o que es lo que somos, pero si les puedo decir que Marta es una chavala de lo más legal, que me escucha como nadie cuando estoy de bajón y que me pone de bajón como nadie cuando estoy bien. La nuestra es una relación de amor-odio, para entendernos. Si estamos de buen humor y nos vemos, lo más probable es que terminemos enfadados, pero si estamos enfadados, basta con vernos para que todo vuelva a estar bien. Un lío, se lo aseguro, pero por lo visto nos gusta así, porque no lo dejamos, y ya hace tres años que estamos juntos, toda una eternidad.

Mi colega se llama Miquel, aunque los amigos le llamamos Tute. En este caso si sé a que es debido el apodo; al Tute de fumar porros que se daba cuando era mas joven. Menos mal que fue abandonando el vicio paulatinamente, porque podría haber terminado muy mal si hubiera pasado a drogas más duras. El caso es que es mi mejor amigo, aunque a veces lo mataría, se lo juro.

Y en cuanto a mí, pues no sé que más les puedo contar. Ya les he dicho mi edad, mi profesión (aunque prácticamente no la ejerza), y les he hablado de mi familia, mi perro, mi novia y mi amigo.

Por si les interesan algunos datos mas, les diré que tengo un Seat Ibiza del año 89, que toco el bajo en un grupo heavy, que soy alérgico a los espárragos, que llevo el pelo largo y sin peinar, que me como las uñas, pero solo las de la mano izquierda, que estoy en contra de las corridas de toros y que me gustan los temas relacionados con el esoterismo.

En otros capítulos les iré contando mas cosas de mi vida.

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