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- Sioux, diario de un indio -

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Deporte USA, segunda parte.

Tal como les decíamos ayer (el artículo anterior debería haberse publicado el martes 2 de noviembre), se acaba de disputar la final de la liga de fútbol americana. El equipo vencedor ha sido el Partido Republicano Club de Fútbol y su capitán, el presidente George W. Bush ha recogido el trofeo que les acredita como campeones de manos del presidente de la FIFA.

El partido ha transcurrido sin incidencias reseñables. Los diez primeros minutos fueron de tanteo por parte de los dos equipos, que se dedicaron a estudiarse el uno al otro sin atreverse a atacar frontalmente la portería contraria.

Pasados estos minutos iniciales ha sido el Partido Demócrata Fútbol Club el que ha comenzado las hostilidades. Sus jugadores han adelantado las líneas y han jugado con verticalidad en pos de la meta Republicana.

Pero poco les ha durado el ímpetu, porque a los 16 minutos de partido el colegiado –un casco azul belga llamado Jean-Luc Letrice, que por cierto, no había visto una pelota de fútbol en su vida- ha expulsado al jugador numero 10 de los Demócratas por hallarse en clara posición de fuera de juego. Las airadas protestas del resto de los jugadores (excepto de su capitán y portero John Kerry que trataba de calmar los ánimos) solo han conseguido que el colegiado expulsara a otros tres jugadores; dos senadores de los estados de Alabama y Ohio y un congresista de Nueva York, lateral izquierdo, media punta y extremo derecho respectivamente.

Así las cosas y teniendo el equipo mermado de efectivos, al equipo Demócrata no le ha quedado mas remedio que replegarse en su campo e intentar realizar alguna contra que pudiera llevar peligro a la portería rival.

Pero no ha sido así. En el minuto 36 de la primera parte, un certero centro desde la línea de fondo del extremo izquierdo del Partido Republicano Club de Fútbol ha sido brillantemente rematado por el delantero centro, lo que ha llevado a la inauguración del marcador. Este primer gol solo ha servido para carcomer un poco mas la débil moral de los jugadores del Partido Demócrata Fútbol Club, y a partir de ese momento el partido se ha convertido en un monologo Republicano, totalmente volcado ya en el área rival.

El resultado final ha sido de victoria del Partido Republicano Club de Fútbol por 5-0. Anotaron los jugadores John Smith, John Doe (p), George W. Bush (2), y John Kerry (pp). El colegiado expulso a tres jugadores Demócratas y mostró nueve tarjetas amarillas más al citado equipo, por ninguna a los Republicanos.

Y esto ha sido todo, agradecemos su atención y les emplazamos a que nos sigan en la celebración de la próxima liga de fútbol americana.

Deporte USA

Qué gran país es los Estados Unidos de América, ¿eh? Ha sido cuna de grandes civilizaciones como la india y la... eh... y la india. Es una reserva cultural de occidente aunque el 90% de los americanos no sepa situar España en un mapa y 52 millones de norteamericanos sean analfabetos. Y también es origen de la más exquisita de las gastronomías, representada por sus dos máximos exponentes McDonald’s y Burger King.

Al ser un país tan conocido y admirado, al gobierno norteamericano le extrañó y le preocupó que no se conozcan más en el extranjero sus grandes dotes deportivas. Después de formar una comisión y tres subcomisiones, de reunirse durante varios meses todos ellos para formar una plataforma de análisis que permitiera analizar las bases de tal circunstancia, y después de tomar en consideración todos los parámetros reseñados por las citadas comisión y subcomisiones tras un exhaustivo estudio de algo más de dos años de duración, las ciento cuarenta y seis personas contratadas que formaban dichas comisiones, los casi seiscientos abogados consultados, los treinta y nueve millones de encuestados, e incluso el presidente del país llegaron a las mismas conclusiones:

Punto uno. Es verdad que los americanos practican el baloncesto al más alto nivel mundial, pero prácticamente todos los grandes jugadores son negros. Vaya, hombre.

Punto dos. También practican un juego copiado del rugby en el que se trata de llevar una pelota ovalada de una punta a la otra de un campo y de romper el máximo numero de narices y tobillos posible sin que a uno le partan el cuello en el intento. Pero este deporte no tiene gran repercusión mundial salvo las escenas de los porrazos que se dan en el suelo los jugadores y que solamente vemos en programas como Videos de primera. Vaya, hombre.

Punto tres. Otro deporte de masas es el béisbol, que consiste en darle con un palo a una pelota que ha lanzado un jugador del otro equipo, mandarla lo más lejos posible y salir corriendo mientras el otro va a buscarla. Juego sofisticado donde los haya. Tanto que casi nadie lo entiende. Para colmo de males, el otro gran dominador de este deporte es Cuba. Vaya, hombre.

Y punto cuatro. Viendo este panorama, la conclusión definitiva a la que llegaron es que los americanos lo que tienen que hacer es dejarse de tantas tonterías y jugar al fútbol como todo el mundo.

Así es que a alguna mente privilegiada del gobierno se le ocurrió organizar una liga de fútbol norteamericana. Parece fácil, ¿verdad? Solo hay que formar unos cuantos equipos, ponerlos a jugar unos contra otros -bien arbitrados, eso sí- y ya esta. Al final, el que más puntos haya ganado es el campeón. Punto.

Pero estamos hablando de los EE.UU., el país con mayor numero de abogados, pleitos y litigios “per capita” del planeta, y allí las cosas no son tan sencillas, no.

Para empezar, las grandes instituciones deportivas se negaron a crear una sección de fútbol. Por poner unos ejemplos, se contacto con Los Ángeles Lakers, los Chicago Bulls y los Miami Heat. Bien, entre las modificaciones que se les propusieron a estas instituciones, una fue la de cambiar sus nombres, proponiéndose los de Los Ángeles Lakers Fútbol Club, los Chicago Bulls real Balompié, y los Fútbol Club Miami Heat S.A.D. Los representantes de estas tres magnas instituciones deportivas todavía se están riendo.

Otro gran problema con el que se encontraron los norteamericanos fue el enorme desconocimiento acerca de este deporte por parte de la población. Cuando salieron los encuestadores a la calle para elaborar una estadística sobre el particular, las respuestas obtenidas fueron algo parecido a esto:

Pregunta:
¿De qué color es una pelota de fútbol?

Respuestas:
21%: ¿Ah, al fútbol se juega con una pelota?
19%: Marrón, como la de baloncesto
16%: No lo sé, pero el palo es blanco, seguro.
44%: Ns/Nc

Pregunta:
¿Cuántas tarjetas puede mostrar el arbitro?

Respuestas:
31%: ¿Quién es el arbitro?
19%: Tantas como le quepan en el bolsillo
15%: Tres. La Visa, la Master Card y la American Express
35%: Ns/Nc

Pregunta:
Díganos el significado de la expresión “centrar al área”

Respuestas:
42%: Es ponerse en una zona del campo marcada con unas líneas que esta debajo de la canasta
18%: ¿Qué es el área?
17%: Es mandar la pelota entre la segunda y la tercera base
23%: Ns/Nc

Pregunta: ¿Qué es un penalti?

Respuestas:
21%: Es lo que pasa cuando se placa a un jugador entre la línea de las 30 yardas y la de 40.
17%: Eso digo yo, ¿qué es un penalti?
12%: Un jugador nigeriano de los Boston Celtics
50%: Ns/Nc

Ante tales desoladotes resultados, es comprensible que la comisión encargada de llevar el fútbol a las calles de los EE.UU. sufriera un serio revés psicológico.

Pero esto no es todo. Pronto se encontraron con el problema de las escasas instalaciones deportivas que hay en el país que estén preparadas para jugar al fútbol. En un intento de aprovechar lo que tenían se propusieron varias modificaciones sobre el juego que si bien no mermaran las características propias de éste, si permitieran su practica sin tener que hacer grandes gastos en nuevas instalaciones.

Intentaron jugar en una pista de rugby, mejor dicho, de fútbol americano. Como experimento se organizó un partido entre las universidades de Carolina del Norte y Virginia, que acabó con la victoria de los primeros por 216 a 189. Como gran inconveniente cabe citar que ninguno de los jugadores quiso jugar como portero, aduciendo que el larguero estaba demasiado alto.

Se planteo jugar en una cancha de baloncesto, pero después de 20 partidos jugados, solo uno termino con un resultado distinto al 0-0 inicial, y también aquí tuvieron los porteros sus más y sus menos ya que se pasaron el partido sentados encima de la canasta y parece ser que la postura no es precisamente cómoda. Por cierto, en el partido que rompió la racha de cerocerismo uno de los porteros se cayó de la canasta y se rompió dos dientes, circunstancia que aprovecho uno de los delanteros para conseguir meter la pelota en la canasta tras múltiples malabarismos. Ah, el portero ya se encuentra totalmente recuperado.

El mayor desengaño vino cuando se intento jugar en una pista de béisbol. Tras los primeros 45 minutos jugados, el resultado era de 0-2-1, porque sin que nadie consiguiera explicarlo se formaron tres equipos a partir de los dos que empezaron el partido. La hipótesis que tomó más fuerza durante la investigación de los sucesos fue que uno de los porteros se fue desplazando lentamente desde la primera base hacia la segunda sin darse cuenta. Uno de sus compañeros advirtió el detalle y se cambió la camiseta para actuar él mismo como guardameta. Entonces parecía que había dos porteros, uno en la primera base y uno en la segunda, además del de la cuarta que estaba allí desde el principio. Los jugadores lo que querían realmente es que terminara el partido pronto para irse a su casa a ver la final de la Superbowl, que casualmente se jugaba aquel mismo día, por lo que les daba igual el numero de equipos que hubiera sobre el campo, ni a quien marcarle goles ni quien ganara o quien perdiera, así es que en el descanso uno de los seis árbitros (¿o había siete?) dio el encuentro por suspendido y en cuestión de cinco minutos allí no quedaba nadie.

Pero nada de esto consiguió desanimar a los miembros del gobierno de los EE.UU. Se les había metido en la cabeza que en su país se jugara al fútbol para ser también una primera potencia mundial deportivamente hablando y lo iban a conseguir, vaya que sí.

El primer paso que tuvieron que dar –aparte de solucionar los mencionados problemas con las instalaciones- fue la creación de la liga como tal. Como estaba claro que no podían contar con las instituciones deportivas ligadas a otros deportes, tuvieron la idea de formar equipos con partidos políticos y clases sociales. ¿Quién dijo que los americanos no tienen huevos?

Por tanto, después de mucho trabajo y tesón, un año mas tarde se jugo el primer partido de la nueva liga norteamericana de fútbol, formada por los siguientes equipos:

Partido Republicano Club de Fútbol. El mismísimo presidente George W. Bush jugó en el equipo como interior derecho, portando con orgullo el barriestrellado brazalete de capitán. El resto del equipo estaba formado por tiarrones de dos metros de estatura, portando permanentemente gafas de sol y tratando de ocultar un misterioso bulto bajo la axila izquierda. Eso sí, de fútbol ni puta idea.

Partido Demócrata Fútbol Club. Viendo que su contrincante en las urnas se estaba tomado tan en serio el tema del fútbol, al aspirante John Kerry no le quedó más remedio que liderar a su propio equipo jugando de portero. Como anécdota comentarles que el hijo de seis años de un turista español comentó cuando vio al aspirante a la Casa Blanca bajo los palos “Mira papá, Roberto Dueñas se ha pasado al fútbol”

Black Power Racing Club. Formado íntegramente por jugadores de color (de color negro, quiero decir) Con sede en el neoyorquino barrio de Harlem, este equipo patrocinado por Spike Lee fue uno de los más difíciles de batir en la liga debido a su gran capacidad mental. Cadenas de oro gruesas como una cuerda de barco, chándales tres tallas mayores y cadenas de música que no caben en el maletero de un coche eran varias de sus señas de identidad.

Sporting Chicanos Fútbol Club. Al estar formado por inmigrantes mexicanos y del resto del continente sudamericano –donde el fútbol tiene bastante mas arraigo que en los EE.UU.- parecía en un principio que este equipo iba a contar con una cierta ventaja. Los resultados y ciertos arbitrajes un tanto conflictivos demostraron lo contrario.

Wall Street Fútbol Team. Elitista equipo formado por tiburones de las finanzas, agentes de bolsa sin escrúpulos, engominados empresarios y otros moradores de la mítica calle. Se llegó a especular con que los resultados de los partidos disputados entre este equipo y el del Partido Republicano estaban amañados, pero nunca se llego a demostrar tal extremo.

Fútbol Klub Kalifornia Kraks. Este equipo generó varias protestas por parte de los Black Power R.C. y los Chicanos F.C. cuando se notificó su incorporación a la liga. Probablemente fuera por el hecho de vestir sus jugadores completamente de blanco, capuchón del chándal incluido, o por su costumbre de quemar una cruz antes de los encuentros. El caso es que las protestas se desestimaron y el equipo californiano jugó el campeonato

Los equipos séptimo y octavo fueron dos de los que más controversias generaron. En un principio uno iba a estar formado por descendientes de inmigrantes italianos exclusivamente, y se iba a llamar Spaghetti Racing Club, pero la comunidad irlandesa protesto tan vehementemente que el comité organizador tuvo que incluirlos en el mismo equipo al no poder incorporar a ninguno más. Así pues, el equipo pasó a denominarse O’Spaghetti Irish-Italian Racing Club. La condición que aceptaron los capitanes de ambos equipos es que en cada encuentro deben jugar cinco italianos y cinco irlandeses. Bien, pasada una semana, y cuando solamente habían entrenado juntos tres días, ya había jugadores de los dos bandos en el hospital y las calles circundantes a su lugar de entrenamiento eran campos de batalla, así es que la organización se vio obligada a devolver a los italianos su antigua denominación y a formar otro equipo íntegramente formado por irlandeses llamado Irish Community Balompié.

Cabe decir que varias asociaciones más intentaron incorporarse a la liga, tales como la Veteranos de Vietnam Fútbol Club (desestimada por la precaria salud física y mental de sus miembros) y que como gesto de cortesía hacia el viejo continente, que el fin y al cabo fue el que inventó el fútbol, y hacia Africa y Asia con motivo de la cantidad de inmigrantes que albergan los EE.UU. que de allí provienen, se invitaron a tres equipos más:

Selección Europea. Formado por tres jugadores alemanes, cuatro ingleses, cuatro franceses, tres italianos, dos belgas, un suizo, un portugués, un griego y un español (no estoy contando ningún chiste) A estas alturas todavía están discutiendo la táctica con la que deberían haber jugado, el color de los uniformes, el reparto de los dorsales y el himno que se debería oír antes de los partidos.

Selección Africana. Esta selección contó con el patrocinio de la ONU por motivos de seguridad, básicamente. Fueron a los EE.UU. jugadores de Nigeria, Uganda, Camerún, Sierra Leona, Zaire y Mali. Casi nada. A los de la ONU les daba miedo hasta registrarlos en busca de machetes y otras armas blancas. Eso sí, en el campo se ponían todos de acuerdo para jugar al fútbol y eran prácticamente invencibles. Una vez mas, una lástima lo de los arbitrajes.

Selección Asiática. Este equipo vino como relleno para hacer que hubiera un numero par tras la escisión de última hora por parte de los irlandeses. En este caso no hubo problemas. Vinieron siete japoneses, siete norcoreanos y siete chinos. Si unos eran bajitos, los otros lo eran más. Si unos no tenían ni idea de fútbol, los otros tenían menos, pero si los unos corrían los otros corrían todavía mas, y si unos aguantaban todo el partido corriendo de arriba abajo, más aguantaban los otros.

Selección del Mundo Árabe. Dos jugadores de Arabia Saudita, dos de Irán, tres de Iraq, dos de Jordania, tres de Egipto, uno de Palestina, un libanés, un sirio, uno de los Emiratos Árabes y créanselo Uds., tres de Israel hicieron que los mayores servicios de inteligencia del mundo trabajaran a destajo para garantizar la seguridad de todo el mundo y también para averiguar como era posible que estuvieran todos juntos jugando al fútbol sin matarse unos a otros.

Estos fueron los doce equipos participantes. Cabe decir que en un principio se solicito a la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA) que proporcionaran ellos a los árbitros y jueces de línea necesarios durante el campeonato, a lo que gustosamente accedieron, pero que posteriormente, y viendo los equipos que conformaban el campeonato, se cambió de idea y por fin fue la ONU quien eligió de entre sus más aguerridos cascos azules a los que tuvieran un mínimo de idea de fútbol para que cumplieran tal misión.
El sorteo para establecer el calendario quiso que el partido inaugural se tuviera que disputar entre los equipos Partido Republicano Club de Fútbol y Selección Asiática, pero por motivos todavía no muy claros se dio como vencedor al Partido Republicano por el marcador de 3-0 sin necesidad de jugar. Parece ser que por más que contaban a los jugadores asiáticos que había sobre el campo, siempre salían de más o de menos, pero nunca había once.

Otros partidos que se tuvieron que suspender fueron el Black Power Racing Club contra los Fútbol Klub Kalifornia Kraks debido a la batalla campal que se originó sobre el terreno de juego a los tres minutos de iniciarse en encuentro y el Selección Africana contra el Irish Community Balompié, aunque en este caso la batalla campal la protagonizaron únicamente los jugadores africanos al darse de hostias entre ellos nada más empezar el partido ante la atónita mirada de los irlandeses.

En definitiva, la primera liga americana de fútbol se disputó sin mayores novedades, arrojando el saldo de dieciséis jugadores hospitalizados por lesiones y heridas varias, dos autocares apedreados por seguidores de equipos rivales, cinco coches incendiados y uno volcado en algún que otro disturbio, nueve jugadores repatriados a sus países de origen por los más variopintos motivos como entrar en los EE.UU. doce jamones de pata negra de contrabando (gracia protagonizada por el único jugador español presente en la liga) o el intentar volar por los aires el obelisco de Washington con explosivos por parte del jugador palestino.

Y la cuestión final es ¿quién ganó la liga? Pues precisamente ayer se estuvo jugando la final entre los equipos Partido Republicano Club de Fútbol y Partido Demócrata Fútbol Club. Mañana, en cuanto tengamos los resultados, les relataremos lo acontecido y les brindaremos el nombre del ganador.

Seguiremos informando.

Noticias del 2037

Noticias de ultima hora.

Hoy, a fecha siete de octubre del año 2037, se han producido nuevas manifestaciones violentas por parte de miles de ciudadanos enfervorecidos en contra del gobierno.

Para ponerles en antecedentes, les recordamos que la industria de las nuevas tecnologías ha avanzado a pasos agigantados desde su explosión en los primeros años 2000, hasta llegar a un punto en el que la electrónica de consumo es el negocio que más dinero mueve actualmente en el mundo, por encima incluso del trafico de drogas, el petróleo o las armas.

En esta época en que vivimos nadie escapa a la espiral de salvaje consumismo en el que las multinacionales del sector nos han metido, siempre apoyadas por los gobiernos de los principales países industrializados.

Hace ya quince años que hizo su aparición en el mercado la estrella de este mundo digital, el eYo. El eYo es un aparato desarrollado por un grupo de empresas lideres en sus respectivos sectores, tales como Microsoft, IBM, Sun Microsystems, Canon, Nokia, Motorota, Sony, Kodak, etc.

El aparato en cuestión es un híbrido de teléfono móvil, cámara de fotos, ordenador personal, reproductor de música y video cámara. Tiene un tamaño aproximado de 10x2x5 centímetros y solo 40 gramos de peso. La campaña de publicidad de dicho aparato ha sido brutal y sin concesiones, llegando a usarse un algunos casos la publicidad subliminal.

Tras su primera aparición y gran éxito de ventas, en el 2030 apareció la versión 2.0 del eYo, dotado de conexión permanente a NewNet, la red mundial que vino a sustituir a la obsoleta Internet en el 2018. A través de esta conexión a la gran red, el usuario puede descargar películas en cuestión de segundos –previo pago- y reproducirlas en el mismo eYo o bien en un televisor preparado para la conexión inalámbrica al mismo.

Tantos y tan grandes avances en el mundo de la electrónica, la informática y las telecomunicaciones llevaron en su momento a los gobiernos a redactar duras leyes contra los otrora llamados ‘piratas’. En la actualidad, cualquiera que intente –lo consiga o no- hacer una copia de cualquier obra música, escrita o filmada, es decir, una película, deberá afrontar penas de hasta veinte años de prisión. El simple hecho de copiar un álbum musical puede llevar al infractor a la cárcel irremediablemente.

Para controlar a los usuarios que puedan sentir tentaciones de realizar copias fraudulentas, los gobiernos obligan a las tiendas a llevar un registro de los datos personales de todo aquel que adquiera un aparato susceptible de ser usado para tal fin. Es decir, que cuando un particular adquiere una unidad grabadora de DVD5 (DVDs de quinta generación con una capacidad de almacenamiento de 3 terabytes), esta obligado a proporcionar sus datos personales al vendedor. Este, a su vez, hace llegar dichos datos a las unidades contra el crimen informático para que puedan seguir su pista en el caso de encontrar DVD5’s copiados fraudulentamente, ya que dichas unidades de grabación marcan la nueva copia con un numero de serie que hace fácil la tarea de identificar al autor de la copia.

Evidentemente, también esta penado el crear programas informáticos que sirvan para anular protecciones anticopia. Este hecho ha llevado recientemente a una pena de cadena perpetua a un programador alemán acusado de ser el creador de la utilidad FuckEmAll, programa que se puede encontrar en la caja de herramientas de cualquier ‘pirata’ informático que se precie.

En cualquier caso, las autoridades han llevado el deseo de evitar las reproducciones ilegales hasta el paroxismo. En estos días, cuando alguien adquiere un álbum musical, una película o un libro electrónico, el mismo utensilio usado para reproducirlo (el eYo, por ejemplo) dosifica su uso y disfrute. Es decir, que una persona puede ver una película, o leer un libro, pero no puede prestárselo a nadie, ni compartirlo con otros. El mismo aparato reproductor detecta que hay mas de una persona disfrutando de él, y enviá un mensaje a las autoridades que no tardan en personarse en el domicilio del infractor para multarle, en el mejor de los casos.

No obstante, para contrarrestar los gastos ocasionados por los pocos locos que aun intentan y consiguen copiar fraudulentamente los contenidos de los DVD5, el gobierno ha decretado un aumento en el precio de venta de los citados dispositivos de un 30% en concepto de impuesto anticopia. La medida –evidentemente- no ha sentado nada bien al colectivo de profesionales que usan a diario estos soportes para guardar sus trabajos, dibujos, programas o composiciones musicales propias. Ante tales quejas, el ministro de hacienda, que es quien recauda el citado impuesto, declaró a los medios nacionales que ‘a saber para qué van a usar los DVD5 los que tanto se quejan, seguro que son todos unos piratas’

Seguiremos informando

Ellas, las más bellas.

Hace muchos, pero muchos años, las discusiones entre un hombre y una mujer se solucionaban del siguiente modo: él le daba un garrotazo en la cabeza a ella y se la llevaba arrastrándola de los pelos. Fin de la discusión.

Por fortuna las cosas han cambiado mucho con el paso de los siglos. De la brutalidad del garrote se ha ido evolucionando paulatinamente hasta llegar a los actuales medios, algunos tan sofisticados como el bofetón con la mano abierta o el correazo en la espalda.

A lo que vengo a referirme es a que desde el principio de los tiempos la superioridad de los hombres sobre las mujeres se ha basado en el uso de la fuerza física, pura y llanamente. Esto ha llevado a la sociedad a girar siempre en torno a los hombres, dejando a la mujer en un segundo plano, metida en su rol de simple complemento dedicado a procrear, ocuparse de la familia y a ser el “reposo del guerrero”. Bueno, la historia ha demostrado que esto no siempre ha sido así, y que ha habido mujeres que se han mantenido en un segundo plano y han tenido mucho más poder en sus manos que los hombres que estaban delante de ellas ofreciendo su imagen al público.

En todo caso, podríamos hacer un ejercicio de imaginación y detenernos a pensar por un momento lo que hubiera podido ser de la historia de la humanidad si ésta nunca hubiera sido machista, sino de completa igualdad entre hombres y mujeres.

Cuando digo igualdad me refiero a disfrutar de las mismas oportunidades de opinión, formación y promoción que los hombres. Recuerden que hasta hace pocos años las mujeres no tenían derecho a voto en muchos países, y que el número de mujeres con estudios universitarios se está equiparando al de los hombres en los últimos tiempos, pero que hace unas décadas la proporción masculina era escandalosamente superior. Y respecto a la promoción lo que quiero decir es que ese rol segundón asignado a las mujeres no ha permitido en infinidad de casos el desarrollo de auténticos talentos femeninos en las más variadas actividades.

Bien, teniendo en cuenta los diversos rasgos que diferencian a ambos sexos, yo en mi humilde opinión (recalco lo de MI opinión) deduzco que nos hemos perdido:

- No hemos conocido nunca a una Adolfa Hitler, a una Francisca Franco ni a una Josefa Stalin. Por fortuna, porque sin duda hubieran tenido mucha más mala leche que los “originales”. ¿Por qué digo esto? Voy a responder rápidamente antes de que las lectoras pongan precio a mi cabeza. Tal vez sea por un mecanismo de autodefensa que ellas han desarrollado contra ese dominio de la fuerza física masculina, o tal vez sea por otro motivo, pero lo cierto es que las mujeres tienen mucha más mala idea y son más sibilinas y taimadas que los hombres. Personalmente prefiero tener como enemigo a un hombre que a una mujer. Por lo menos sé que en el primer caso como mucho me va a partir la cara o me va a denunciar en un juzgado, pero una mujer cabreada de verdad, con ganas de hacer daño y con tiempo para pensar es muy, pero que muy de temer. Y teniendo en cuenta que la mente de un hombre comparada con la de una mujer es más simple que el mecanismo de un chupete, no quiero ni pensar en las ideas que les podrían haber pasado por la cabeza de las individuas citadas anteriormente. Por cierto, se me pone el pelo de punta solamente de pensar en una Georgina Bush.

Una puntualización. Posiblemente algunos lectores no estarán de acuerdo conmigo cuando afirmo que la mente de las mujeres es más compleja que la de los hombres. Pues con todos mis respetos, piensen por un momento en sus parejas. Seguro que en la mayoría de los casos ellas los entienden a Uds. perfectamente, e incluso muchas veces parece que vayan un paso por delante ¿a que sí? Ahora piensen en todas esas ocasiones en que Uds. no han entendido ni media palabra de lo que ellas les estaban diciendo porque su capacidad de comprensión no estaba a su nivel y han pensado: “¿pero tan tonto soy yo que no la entiendo o que me pasa?.” Pues eso, ya esta todo dicho.

Bueno, sigamos.

- Tampoco disfrutaremos nunca de las composiciones de una Wolfgana Amadea Mozart, de una Juana Sebastiana Bach, ni de una Antonia Vivaldi, ni ya puestos de una Johanna Lennon o una Jimina Hendrix. Por desgracia nunca podremos escuchar las obras que estas mujeres hubieran compuesto y legado a la humanidad. La sensibilidad de una mujer puesta al servicio de la música, y contando con los medios y la tradición musical que probablemente no han podido disfrutar, hubiera creado autenticas genialidades, tal vez superiores a las creadas por los hombres.

- Lo mismo vale para otras artes. ¿Se imaginan lo que hubiera podido crear el talento y el ingenio de una Leonarda Da Vinci? ¿O la pluma de una Guillermina Shakespeare o una Stephanie King? ¿Se imaginan una Capilla Sixtina pintada por Micaela Angela? ¿O las genialidades de una excéntrica Salvadora Dalí?

- No hemos conocido nunca a una Alberta Einstein tampoco. Ni a una Severa Ochoa, Ni a una Stephanie Hawking, aunque sí hemos conocido a una Marie Curie. Lástima que tuvo que apoyarse en las relaciones profesionales de su marido, el también genial científico Pierre Curie, para desarrollar sus investigaciones, porque por sí sola no hubiese podido disfrutar nunca de los medios necesarios. Por suerte a ella sí se le reconoció su valía.

- Del mundo del deporte no podemos hablar mucho, porque la mayoría de los hombres, por aquello de nuestra constitución muscular, somos más fuertes (y más brutos) que ellas, y corremos más y saltamos más. Pero no nos vayamos a poner muy chulitos, porque no tenemos ni una parte de su capacidad de resistencia y sufrimiento. ¿Que no? Ya me gustaría a mi ver a muchos hombretones de pelo en pecho aullando de dolor pariendo a una criatura, o metidos en la cama tres días al mes queriendo morirse por culpa de la menstruación.

Se me quedan muchas comparaciones en el tintero, pero es que si sigo no acabaría nunca. En definitiva, que nunca sabremos como hubiera sido el mundo en estas circunstancias, pero en mi opinión, y repito una vez más que es mi opinión particular, el mundo sería hoy en día un lugar mucho mejor de lo que es.

Quiero dedicar este capítulo a todas las mujeres que a lo largo de la historia han sufrido o sufren por culpa de la estupidez, la ignorancia y la mala hostia de los hombres.

Viajes III

Si hace unos días les relataba aquí un viaje un tanto ajetreado en avión, hoy me gustaría hablarles de los trenes. O mejor dicho, de mis experiencias con ellos.

Si les soy sincero, no sabría calcular cuantos kilómetros he viajado en tren durante mi vida, pero han tenido que ser muchos. Solamente contando los quince meses en los que la Marina se encargo de hacer de mi un hombre, y teniendo en cuenta que me llevaron como puta por rastrojo de punta a punta de la geografía española, y contando a razón de unos 1.300 Kms. por viaje, pues a mí me salen unos 25.000 Kms. aproximadamente.

A ver, recuerdo una ocasión en que volvía solo hacia Barcelona desde Cádiz. Tenia el dinero justo para cenar o para pagar la diferencia entre un billete de segunda clase –que es lo que pagaba la Marina cuando uno se iba de permiso- y uno de litera. Teniendo en cuenta que viajaba de noche, preferí dormir durante el viaje y comer lo que tuviera a mano, que era un trozo de chorizo y una lata de paté. Y eso es lo que cene, el paté untado en el chorizo. No estaba muy bueno, todo hay que decirlo, pero por lo menos comí algo y pude dormir a gusto durante el viaje.

En otra ocasión, años mas tarde, me toco hacer el mismo viaje, pero durante el día. Yo ocupaba un asiento en un compartimiento de seis plazas. Los otros cinco estaban ocupados por la típica familia escandalosa, formada por un matrimonio rondando la cincuentena, una mujer mayor -presumiblemente la madre de uno de ellos-, y dos chavalillos, muy posiblemente hijos del matrimonio.

Bueno, pues me dieron el viaje. ¡Vaya si me lo dieron!. No pararon en todo el viaje de gritar, hacer ruido, gritar más, pelearse, gritar un poco más, etc. Los niños no se estuvieron quietos ni un momento, la suegra no paró de protestar y de quejarse hasta que entramos en la estación de Sants, y el marido y la mujer se hicieron colegas de otro matrimonio que viajaba en el compartimiento de al lado y se pasaron el viaje haciéndose mutuas visitas de cortesía, con el consiguiente tráfico interdepartamental.

No es que yo sea un tío delicado que no soporta a la gente a su alrededor, ni mucho menos, pero hay veces en las que uno tiene que hacer un esfuerzo muy grande para no mandarlos a todos al carajo.

Bueno, por lo menos algo bueno si que pasó durante el viaje. Después de comer, cuando se dignaron a recoger los montoncitos de bolas de papel de aluminio, las peladuras de fruta, las latas de refrescos, y todos los demás desechos orgánicos que habían producido, los metieron en una bolsa de plástico con el pragmático fin de deshacerse de ella tirándola por la ventana. El marido pilló la bolsa, abrió la ventanilla del tren y la tiró. Para mi inmensa satisfacción, el hombre se dio cuenta de que se había quedado con la bolsa de la basura en la mano y había tirado por la ventana la bolsa que contenía el termo con el café con leche que llevaban para el viaje. No puedo evitar partirme de risa cuando recuerdo la cara de pasmarote que se le quedo al pobre hombre al darse cuenta de su error y la bronca que le dio su mujer.

Y en el último viaje que hice en tren, hará cosa de unos cinco años, compartí departamento con dos americanos. Uno era el típico hippie que viaja solo por el mundo con su guitarra y tal, y el otro era como un oso de grande, rubio y con el pelo cortado a cepillo, que nos explicó que trabajaba en una ambulancia en Nueva York y que ya se había cansado de recoger heridos de bala o de arma blanca y trozos de cadáveres hechos papilla por atropellos y otros accidentes, así es que se había tomado un año sabático para viajar y desconectar.

Bien, pues lo más sorprendente de este último yanki es que viajaba con dos mochilas. La más pequeña tenia el aspecto de ser el bulto más pesado que yo seria capaz de cargarme a la espalda sin sufrir una hernia discal, así es que de la grande ya ni les hablo. Pero lo mejor era ver como se las cargaba el colega.

Primero se colocaba la pequeña sobre la parte delantera del torso, es decir, al revés de cómo se suele usar una mochila. Después cogía la grande, que debía pesar un quintal, la echaba al aire, le daba la vuelta antes de que cayera, y con un hábil y coordinado movimiento de brazos hacia que le cayera en la espalda y se le quedara colocada correctamente. Yo cuando lo vi hacer eso en el andén de la estación de Sants, pensé que si a mí me cae esa mochila encima tienen que llamar a los bomberos para sacarme de debajo. Increíble la fuerza del colega, como para discutir con él, vamos.

Placeres de la vida

Hay cosas en la vida a las que no prestamos atención normalmente, pero que constituyen pequeñas dosis de vitaminas para nuestra alma (o nuestro espíritu, o lo que tengamos por dentro, ya me entienden). Son esas pequeñas cosas con las que nos encontramos a veces y que nos suponen un pequeño regalo en la vida en forma de pequeño placer, pero que nos dibujan una sonrisa en la cara y nos alegran un poquito el día. Supongo que cada cuál tiene las suyas propias, y que en muchos casos coincidiremos, pero hoy les voy a comentar las mías.

Por ejemplo, uno de mis defectos (tengo tantos que no me acuerdo de todos) es que me encanta dormir. No quiero decir simplemente que me guste, lo que quiero decir es que llega casi a la categoría de vicio. No lo puedo remediar. Siempre ha sido así y me temo que seguirá siéndolo para los restos. Amen. De hecho necesito dos (y a veces tres) despertadores para asegurarme de que al menos haré el intento de levantarme de la cama a mi hora. Lo malo es que por la noche no tengo nunca prisa por acostarme, y que a veces sufro rachas de insomnio que no me permiten quedarme dormido hasta la madrugada, y entonces todavía me cuesta mas despertarme lo suficiente como para sacar un pie de la cama.

¿Que donde le veo yo el placer a eso de dormir? Pues a eso mismo, a dormir. Aunque realmente no me queria referir a eso concretamente, sino a algo que hace mucho tiempo que no me pasa, pero que para mí es una experiencia genial. Es el hecho de despertarse un domingo a las siete o las ocho de la mañana, sin tener nada que hacer, y cuando se empieza a salir del sueño mientras la pequeña parte del cerebro que tenemos en funcionamiento se dedica a jurar en arameo, darnos cuenta de que es domingo y nos podemos quedar un rato más en la cama durmiendo. Eso no tiene precio. Y si encima esta lloviendo y hace frío, ese darse la vuelta, arroparse bien, y seguir durmiendo hasta el mediodía es de las mejores experiencias que se pueden vivir.

Otra cosa por el estilo es el leer. En cualquier sitio, en cualquier momento. Pero donde me da un placer especial es en un bar en el que me encuentre a gusto, y que no haya gente alrededor dando el coñazo. Esa media hora tomando una cerveza o un café leyendo el periódico al salir del trabajo tampoco tiene precio.

Salir de marcha se dice que relaja, que alivia tensiones. Tal vez sea cierto, pero además de eso a mí me encanta que se me haga de día, que amanezca antes de que me haya acostado. Entonces me niego en redondo a meterme en la cama, y prefiero irme a dar una vuelta por la playa, por ejemplo, a ver amanecer y sentir el solecito en la cara y hacer unas fotos. Eso sí que es relajante, y le devuelve a uno la tranquilidad de espíritu perdida con el trabajo, las prisas, las obligaciones e incluso con la misma marcha.

Hay muchas más. Por ejemplo encontrarse con alguien que hace mucho tiempo que no se ve e ir a tomar un café tranquilamente a contarse la vida, o encontrarse un billete de veinte euros en un pantalón justo antes de meterlo en la lavadora. O encontrar por azar algo que hace mucho tiempo que se esta buscando y que no aparece por ninguna parte, como me pasó a mí hace un par de días con una bufanda que he estado buscando durante todo el invierno. Lastima haberla encontrado en julio, pero bueno, algo es algo.

Más. Llegar a casa después de conducir media hora sin poder aguantar las ganas de ir al servicio, abrir la puerta de la calle entre palpitaciones porque ya no se puede más, maldecir una y mil veces cada vez que nos equivocamos de llave (yo tengo seis llaves en el llavero, pero en estos casos parece que tenga sesenta), subir las escaleras casi a la pata coja porque si se separan las piernas se puede desencadenar la tragedia, abrir la puerta del cuarto de baño a empujones, entrar al mismo diciendo “¡uy, uy, uuuuuyy!”, y por fin ... conseguir aliviar la vejiga. Eso tampoco tiene precio.
¿Y que me dicen de estos días veraniegos, en los que uno llega a casa con la lengua como un estropajo, que parece que se haya pasado la tarde comiendo bacalao? Abrir la nevera, pillar la jarra del agua fresquita, llenar un vaso y bebérselo sin respirar, ignorando las lágrimas que nos caen por la mejilla porque el agua esta helada. ¡Aahhhh! ¡que buena!

Cosas más nimias que también nos proporcionan alegrías de este tipo son el llegar a casa volviendo de una boda, por ejemplo, y quitarse los zapatos que nos hemos comprado para la ocasión y que nos están haciendo papilla los pies porque los estamos estrenando. O tener prisa por llegar a casa por alguno de los motivos citados anteriormente y encontrar sitio para aparcar a la primera y justo en la puerta. O ese estado próximo al Nirvana que se experimenta un sábado o un domingo a las tres de la tarde después de comer, al estar tumbado en el sofá oyendo al hombre del tiempo por un oído y el clinc-clinc que hace la esposa / novia / pareja al fregar los platos por el otro, mientras sentimos como los párpados nos pesan, que no podemos sostener la cabeza derecha, y vamos notando cómo nos relajamos, nos alejamos de la realidad y nos dormimos, humm.

En fin, seguro que me dejo muchas, pero no me negaran que todas las situaciones que he expuesto nos dan una pequeña alegría cuando las experimentamos. No es lo mismo que comprobar que nos ha tocado la primitiva, evidentemente, pero bueno, digamos que son pequeños regalos que nos ofrece la vida, que también hacen falta.

Nota: Otra de las cosas que me encantan es provocar a mis lectoras, así es que aclaro aquí que el comentario machista sobre el fregado de los platos ha sido totalmente intencionado y que estaba bromeando. Chicas, no os lo toméis a mal y no me vayáis a retirar el saludo, ¿vale?

Triunfar

Recuerdo que cuando yo era un chavalito, mis mayores me decían que tenía que estudiar para llegar a ser algo en la vida. Me decían que si no estudiaba, no podría tener un trabajo de los de estar sentado en una oficina ganando una pasta, si no que me vería obligado a ganarme el pan desempeñando un trabajo de los de estar subido en un andamio o cargando sacos de cemento todo el día a cambio de una miseria.

Como quiera que con el tiempo pasé de ser un chavalito a ser un chavalote, y con ello se me despertó cierto espíritu rebelde (no confundir con la estupidez, que ese es otro tema) pues no estudié lo que tendría que haber estudiado. La verdad es que me he arrepentido de ello una y mil veces, pero en fin, no me va tan mal. Tengo un trabajo de los de estar sentado en una oficina, y no es que gane un capital al mes pero tampoco me quejo.

Esta introducción sirve más que nada para comparar lo que pasaba en mis tiempos y lo que pasa en la actualidad. En mi caso concreto, sigo insistiéndole a mi chaval sobre lo de los estudios. No le digo que si no estudia tendrá que ganarse la vida colgado de un andamio, pero sí que intento inculcarle la idea de que cuanto mejor preparado esté más facilidades encontrará en el mundo laboral y, por consiguiente, en su vida en general (sí, porque será más feliz desempeñando un trabajo que le guste y que posiblemente estará mejor remunerado)

Pero hay ocasiones en las que dudo. ¿Debo recomendarle a mi hijo que estudie? ¿Debo recomendarle que haga lo que haga intente ser un profesional responsable con su trabajo? ¿Debo hacerle entender que elija el trabajo que elija intente ser bueno en él y hacerse valorar como profesional? No sé, a veces pienso que tal vez no deberíamos decirle a nuestros hijos que sigan una de las siguientes opciones:

1) Estudia. Estudia más. Estudia como un cabrón y termina una carrera. Aguanta a profesores a los que les importa un carajo que apruebes o no, siempre y cuando ellos tengan su sueldo de funcionarios asegurado. Gastaos el dinero –tu y/o tus padres- en la universidad, los libros, la residencia, etc. Pero no suspendas un año, porque tendrás que seguir estudiando, estudiando más, estudiando un año más como un cabrón. Cuando acabes la carrera, apúntate a las filas del INEM y conviértete en un parado más.

2) Trabaja. Trabaja más. Trabaja como un cabrón. Consigue experiencia, aunque para ello te paguen una miseria y tengas que pasarte años enteros viendo como sube el nivel de vida pero no tu sueldo. Trabaja, haz horas extras sin cobrarlas, renuncia a días de vacaciones porque al jefe se le ha antojado que hagas un trabajo superimportante justo en esos días que tenias para disfrutar y descansar. Trabaja sin desvanecer, y cuando ya no puedas más, sigue trabajando, trabajando más, trabajando como un cabrón.

Bueno, cabe decir aquí que los que pasen por el punto uno, posteriormente pasaran por el dos. La diferencia es que contarán con unos años menos de experiencia pero tendrán un título en el bolsillo.

Estas serían las dos opciones estándar, las que yo recomendaría a mi chaval (principalmente la numero uno) Pero como he dicho antes, a veces dudo si no deberíamos recomendarles una de las siguientes:

3) Preséntate a todos y cada uno de los cástings para concursos televisivos. No importa que quedes como un gilipollas. Lo que tienes que hacer en esos castings es soltar lindezas tales como “Yo soy un guarro y un pervertido sexual”, o bien “A mí me gusta el color amarillo y mis amigos me llaman Melocotoncito”. En todo caso, no te rindas si no te eligen a la primera, por que hay decenas de concursos. Unos están mejor pagados que otros, y las posibilidades de promoción también son distintas, pero por algo se empieza. Ten en cuenta que si te seleccionan para participar en un concurso de los que tienen una audiencia elevada ya tienes prácticamente la vida resuelta. Solo tienes que echarle un poco de cara al asunto, y en el caso de que seas una persona inteligente disimularlo todo lo que puedas.
De hecho, no es necesario que ganes el concurso. Incluso puedes quedar el último. Si empiezan a llamarte de otros programas para que acudas como tertuliano (curioso término éste) ya lo tienes todo ganado. Sólo limítate a sentarte en una mesa y a poner a parir a cualquiera que se cruce en tu camino. Da tu opinión -real o inventada- sin que te importe renunciar a los más elementales principios éticos. Reparte hostias dialécticas sin miedo a las represalias en forma de querellas que generalmente se quedan en nada. Aprende de los maestros y en poco tiempo serás un personaje respetado por unos y temido por otros, pero siempre investido del poder que te da el plantar tu careto delante de una cámara de televisión.

4) Canta. Haz lo mismo que en el punto anterior, pero canta. Preséntate a los programa / concurso descubridores de nuevos talentos musicales. Si tienes suerte y eres guapillo, si le gustas a las chavalillas adolescentes, ya tienes mucho ganado. No hace falta que sepas cantar, ni que tengas buena voz. Ni siquiera es necesario que sepas hablar, imagina que fácil es.
Cuando acabe el concurso, lo ganes o no, firma todos los contratos que una bandada de buitres te pondrán delante. Sólo serás un producto de laboratorio más, pero aprovéchalo mientras dure. Cuando se acabe el chollo y la gente (o los productores) se cansen de tu estúpida pose de niño guapo y marchoso puedes reengancharte con los que están siguiendo el punto anterior.

No sé cuál de estas últimas opciones es mejor, pero las dos funcionan. Esta demostrado que funcionan. Por lo menos, esa es la idea que deben captar los chavales cuando ven en televisión cómo personajes sin arte ni oficio se convierten en reyes mediáticos de la noche a la mañana.

El lema que les proponen está claro: No hace falta estudiar y no hace falta trabajar. ¿Para qué, si saliendo un poco en la tele y echándole un poco de morro a la vida en cuatro días puede uno convertirse en el rey del mambo? Que triste.

Viajes II

Hay gente que no lo ve así, pero para mí el viajar es un placer, una de las cosas que más me gusta hacer. Es algo a lo que no me he podido dedicar todo lo que me hubiera gustado, unas veces por falta de tiempo y otras por falta de recursos económicos (esta ultima la mayoría de las veces), pero bueno, alguna vuelta si que me he dado, y la verdad es que cada vez me gusta más. Me da igual irme un par de días a un camping en la sierra, que una semana a visitar una ciudad, que pasar dos semanas pateando el Pirineo, el caso es salir y conocer sitios nuevos.

Pero en mi humilde opinión, no se trata solo de conocer los sitios, es decir de ver los lugares, paisajes o monumentos y punto, sino que esta actividad se debería completar con el acercamiento a la gente del lugar, a sus costumbres, gastronomía, idioma, arte, historia, forma de vida, etc.

La verdad es que no entiendo como es posible que haya gente que se va de vacaciones a un país extranjero y no se comunica con nadie más que con sus propios compatriotas. De acuerdo que en muchos casos existe la barrera del idioma, pero qué menos que intentar mantener algún tipo de comunicación con los lugareños e intentar escuchar lo que tienen que contar de su tierra, sobre todo las personas mayores, que suelen tener el tiempo y la paciencia necesaria como para ponernos en antecedentes sobre su país y su cultura.

Tampoco entiendo a esos viajeros que teniendo la oportunidad de probar la gastronomía de un país se dedican a buscar una hamburguesería o una pizzería para comer. Teniendo en cuenta que las hamburguesas y las pizzas son iguales en todo el mundo, más o menos, ¿por qué no probar e intentar apreciar lo que comen los lugareños? Si no nos gusta, con no repetir la experiencia asunto resuelto, pero por lo menos sabremos como es su estilo de comida.

No quiero criticar, pero algo que no haría nunca es hacer un viaje organizado por una agencia (bueno, nunca se puede decir que de esta agua no beberé, pero no mientras pueda evitarlo). En esos viajes muchas veces se dan las circunstancias a las que me refería anteriormente. Se come tortilla de patatas, se viaja con compatriotas, y todo el mundo habla español. Eso por no hablar del ritmo infernal de visitas a los lugares emblemáticos del lugar, generalmente con prisas y sin posibilidad de detenerse donde a uno le interese so pena de retrasar el ritmo de los demás.

Así, cuando alguien vuelve de uno de estos viajes (por Italia, por ejemplo), se le puede oír comentar: “Estuvimos en el coliseo de Milán, que es donde jugaba antes el Inter. Navegamos con una góndola por los canales de Pisa, y vimos una torre que esta a punto de caerse, que esta en Roma, creo. Al ladito mismo del museo este … como se llama … ah, eso, el San Siro.” Tal vez el ejemplo sea un poco exagerado, lo admito, pero en la mayoría de estos viajes no da tiempo a saborear un lugar porque hay que cumplir un programa, y el tiempo apremia y son muchas las cosas que hay que ver. ¡Vamos!, ¡vamos!, ¡al autocar!

Y otra cosa que no acabo de comprender es la actitud de ciertas personas cuando viajan. Me refiero al caso del viajero que lleva una idea predeterminada sobre el lugar, y no la cambia ni por las buenas ni por las malas. Es el personaje típico que viaja a Méjico, por ejemplo, con la idea de que lo que va a encontrar allí son playas, ruinas mayas, comida picante y gente perezosa. Normalmente cuando vuelven siguen pensando igual, porque lo único que han hecho en su viaje ha sido ir a Cancún, a hacer cuatro fotos a Teotihuacan, y a un restaurante mejicano con sus correspondientes mariachis y sus jalapeños que cortan hasta la respiración. Y respecto a la gente … bueno, basta con que haya visto a una persona apoyada en la pared o con las manos en los bolsillos para que siga manteniendo la creencia de que todos los mejicanos son unos perezosos. No quiero ni pensar en la imagen que tiene mucha gente de otros países cuando vienen aquí. Esperan encontrarnos a todos bajitos, morenos, por supuesto toreros, bailando flamenco, poniéndonos de paella y de sangría hasta las trancas cada día, y yendo por la calle dando palmas y diciendo ¡ole! ¡olé!.

También suelen ser estos mismos individuos los que cuando viajan a un país supuestamente más avanzado o desarrollado que el suyo, como los EEUU por ejemplo, sobrevaloran cualquier cosa que ven y les falta tiempo para hacer el típico comentario: “Que bien hacen las cosas esta gente, no como nosotros, que somos unos chapuceros”, aunque lo que estén viendo, un edificio bonito por decir algo, sea una burda copia de un castillo medieval de los que tenemos por aquí a montones. Claro que como esta en los USA, pues ya es el colmo de la High Tech y la fashion. Curiosamente, cuando esos mismos viajeros de pacotilla van a un país menos desarrollado, son los que se dedican a mirar por encima del hombro a las gentes de ese país, clasificándolos de analfabetos para arriba aunque estén delante de la biblioteca de Alejandría.

En cualquier caso, y siempre en mi opinión, se trata de viajar y ver las cosas con la mente bien abierta. Conocer minimamente el lugar a donde se va, para así poder aprovechar mejor la visita, pero sin llevar las ideas preconcebidas sobre lo que se va a visitar. Aprender de lo que se ve y se oye en el lugar, no de lo que a uno le han contado, e intentar integrarse con la gente y las costumbres del lugar, o al menos conocerlas para poder apreciarlas en su justa medida.

Y esto vale igual para un fin de semana en Teruel o para un trekking en el Annapurna.

Pedidos telefónicos

- ¡Riing! ¡Riing! Telepizza, ¿qué desea?
- ¡Magdalenas!, ¡no te jode!

Bueno, como chiste no es que sea genial, pero ilustra el sinsentido en que se convierten a veces las conversaciones telefónicas que sufrimos cuando llamamos a uno de estos establecimientos en los que reparten comida a domicilio.

A mí personalmente las llamadas que más me gustan son las que hago a un restaurante chino y a uno mejicano a los que acudo ocasionalmente cuando no me apetece pelearme con los cacharros de la cocina (es decir, a menudo). También llamo a veces a pizzerías y demás, pero comencemos por el chino, que es el más divertido.

Normalmente suele coger el teléfono un chino, nunca un español. ¿Que por qué? Pues no lo sé, la verdad. Lo único que se me ocurre es que necesitan que el chino vaya practicando el idioma de Cervantes, porque si no es así no lo entiendo. El caso es que normalmente mis conversaciones con el chino de turno del restaurante suelen acercarse al patetismo, pero que conste que los pobres chinos ponen toda la voluntad y paciencia del mundo (bueno, yo también le echo mis dosis de paciencia, que conste).

Así pues, una conversación normal, y sin exagerarles un ápice, sería algo así como esto:

- Lestaulante chino La Glan Mulalla, ¿qué desea?
- Buenas noches, queria el menú número tres para dos personas.
- Buenas noches, ¿qué desea?
- Sí, esto... queria el menú tres para dos personas
- Buenas noches señol, dígame su teléfono por favol.
- Mi teléfono, ehh sí, el nueve cinco seis...
- Nueve dos tles...
- No, no. Nueve cinco seis...
- ¿Pala seis pelsonas?
- ¿Para seis per... ? No, para tres. Digo... para dos. ¿Ya no quiere mi teléfono?
- No señol, aquí tenemos teléfono señol.
- Bueno, pues queria el menú tres para dos personas, por favor. Pero quisiera cambiar el pollo con almendras por pollo al limón, ¿es posible?
- No señol, porque eso es el menú cuatlo, y usted quiere el menú tles, ¿veldad?
- Si, vale. Pero es que el menú cuatro lleva sopa de aleta de tiburón como entrante, y yo quiero rollitos de primavera, que es lo que lleva el tres.
- Pelo menú tles con pollo al limón pelo con lollitos de plimavela es menú cuatlo, señol.
- Bueno, pues entonces quiero el menú cuatro pero con rollitos en lugar de la sopa, ¿de acuerdo?
- De acueldo. ¿Quiere pan chino el señol?
- Pues... si, vale, mándeme pan chino también.
- Sí señol. Menú seis pala tles pelsonas. ¿Algo mas?
- No, nada más... un momento, un momento. Es el menú tres... digo el cuatro, para cuatro... no, para dos personas, pero con rollitos de primavera.
- ¿Señol no sabe lo que quiele? ¿Por qué señol no piensa lo que quiele antes de llamal? ¿Necesitala cambio? ¿Cuál es su teléfono, por favol? ¿Quiele pan chino?

Al final, el pedido del restaurante llega a los cuarenta minutos, y éste consiste en sopa de aleta de tiburón, arroz tres delicias y pollo con almendras. Además el chino de la moto se pierde tres veces antes de encontrar mi casa y cuando llega me dice que he dicho mal la dirección, cosa que no es verdad. Pero por lo menos he contribuido a que el chino del teléfono practique un poco el idioma, que ya es algo.

Otro caso, el de los mejicanos. Uno de los platos que tienen es algo llamado “burrito flauta”. Es un burrito hecho con pollo, verduras, y salsa rosa, y esta bastante bueno. Lo malo es que le suelen poner una salsa roja que pica como el demonio, y que a mí particularmente no me gusta. Además, en la caja donde viene el burrito tienen la desagradable costumbre de incluir un poco de arroz de colorines que me parece malísimo, y que como se suele pegar al burrito por debajo me cuesta lo mío retirar.

Bien, pues la verdad es que no recuerdo cuantas veces he pedido el “burrito flauta” pero estoy completamente seguro de que todas y cada una de esas veces les he advertido de que no me pusieran ni la salsa ni el arroz, y todas y cada una de las veces me lo han puesto, tanto una cosa como la otra.

¿Y a quien me dejo? Pues claro, a la estrella del reparto de comida a domicilio, a Telepizza, paradigma de la efectividad y del trato al cliente:

- Telepizza ¿qué desea?
- Pues queria una pizza media...
- Dígame su teléfono, por favor.
- Si, claro. El nueve cinco seis, ochenta y siete, tal y tal, tal y tal.
- Un momento...

Pasan unos dos minutos. Por el auricular se oye el romance anónimo o Greensleves, depende del día.

- ¿Oiga? ¿Su dirección es Avenida de tal y tal numero 26?
- Sí, exacto.
- Me dijo una pizza grande. Dígame los ingredientes.
- No, una pizza mediana. Con champiñones, pimiento y cebolla.
- ¿Pimiento verde o rojo?
- Verde.
- Serán once con cuarenta. ¿Necesitara cambio?
- Pues sí, de veinte. Oiga, ¿hay alguna oferta hoy? (Nota: esto si no lo preguntas no te lo dicen)
- Si, con la pizza mediana le puedo ofrecer una pizza pequeña con los mismos ingredientes o una ensalada mixta o dos bebidas. ¿Qué prefiere?
- Pueeees... una pizza pequeña.
- Pero si pide un ingrediente mas le puedo ofrecer como oferta una pizza mediana con tres ingredientes y una bebida.
- Bueno, pues ponga doble de queso y mándeme esa oferta.
- Claro que si quisiera una pizza grande con tres ingredientes, la oferta es de una pizza mediana con los mismos ingredientes pero sin las bebidas.
- Bueno, también queria dos refrescos, pero prefiero la pizza grande.
- ¿Qué ingrediente le quitamos a la pizza?
- El pimiento
- ¿El verde o el rojo?
- Sólo tenia verde, pero ahora que lo pienso quítele el doble de queso mejor.
- Si son tres ingredientes sólo le puedo ofertar una pizza mediana.
- Bueno, pues una mediana, y dos refrescos de naranja.
- Si también quiere bebidas, como oferta con una pizza gigante...

Y así hasta la eternidad. Al final lo que mandan es la pizza mediana con champiñones, cebolla y pimiento verde, sin otra pizza ni bebidas. En fin. Comida rápida le llaman.

Viajes I

A mí me gusta mucho viajar, sí. Me gusta coger el coche y marcarme 1300 Km en una jornada, aunque hace tiempo que no lo hago porque es una autentica paliza. Cuando lo hacía, llegaba al destino, y al acostarme y cerrar los ojos para dormir seguía viendo la carretera y los coches viniendo hacia mí.

También me gusta el tren, sobretodo esos viajes largos de bocadillo de tortilla de patatas y lata de cocacola para cenar.

Incluso me gusta el barco, ya ven, aunque en su momento me pasara una larga temporada viviendo en uno de ellos invitado por el Ministerio de Defensa. Aún así me gustan.

Pero lo que más me gusta es el avión, de verdad. Esa sensación indescriptible de aceleración brutal que le hace a uno subírsele el estomago hacia la garganta cuando va a despegar es indescriptible.

Si les parece les cuento una anécdota de un viaje. Más que nada porque si termino el capitulo aquí no va a tener ninguna gracia (y me temo que aunque escriba quince folios más tampoco, pero bueno)

Hace unos dos o tres años hice un viaje a Barcelona por motivos que ahora no vienen al caso. En aquella ocasión fui de los primeros que embarcaron en el avión, y con la ayuda de una agraciada y muy simpática azafata rubita me costó poco trabajo encontrar mi asiento, en el lado de la ventanilla. Al cabo de unos minutos una mujer de unos cuarenta años con pinta de vampiresa ocupó el asiento de al lado, y a los cinco minutos más o menos, estando el avión a la mitad de su capacidad aproximadamente, comenzaron a entrar ancianitos en tropel, muy probablemente victimas... digo... clientes de uno de esos viajes organizados que tanto gustan a nuestros mayores.

El caso es que faltaban pocos minutos para el despegue, y los ancianos –todos ellos encantadores, eso si- no hacían mas que discutir sobre los asientos que tenían asignados, quedando todavía unos diez o doce de ellos de pie en el pasillo sin atinar a ubicarse en sus lugares correspondientes.

Debido a que los pasillos de un avión no son un ejemplo de amplitud, y a que los ancianos tampoco eran un ejemplo de agilidad precisamente, aquello cada vez se parecía más al famoso camarote de los hermanos Marx; Los vejetes moviéndose arriba y abajo por el pasillo amenazándose unos a otros con los bastones, la azafata rubita y poquita cosa y su compañera morena que estaban pasando un mal trago y se las veía cada vez más alteradas, los ancianos que ya se habían sentado pasando totalmente de comprobar su número de asiento para no tener que cedérselo a su legítimo ocupante si se habían equivocado... en fin, todo un caos.

Al poco el avión se puso en movimiento. Avanzó majestuoso por la pista, hizo un giro de 90 grados a la izquierda para embocar la pista principal y comenzó a tomar velocidad por la misma.

Resulta que un avión tiene que despegar por cojones cuando le dan permiso desde la torre de control. Resulta también que cuando un avión despega todos los pasajeros tiene que ir sentados y con el cinturón bien abrochado (por aquello de que los cadáveres no se desparramen por ahí, ya saben) Y como resulta que la mayoría de los ancianitos todavía estaban de pie en el pasillo pase a los ruegos de las azafatas, a mí personalmente me parecía que la situación ya no tenía remedio, y que o bien no íbamos a despegar, o que el piloto iba a dar un frenazo en el ultimo momento y los abueletes iban a salir todos rodando por el pasillo como si fueran bolos en una bolera, o bien el avión no iba a ser capaz de hacer un despegue en condiciones y nos íbamos a estrellar todos por culpa del Inserso.

Pero... ¡vaya si tuvo remedio! Aquella azafata adorable, rubita, delgadita y refinada, con aquellos dos ojitos azules que sonreían por sí solos con toda dulzura a los pasajeros, aquella misma azafata que parecía un angelito, que parecía una muñequita, en el ultimo momento gritó a pleno pulmón algo así como...

¡¡Que se sienten todos de una puta vez, cojones!!, ¡¡Ostia!!, ¡¡Me cago en la madre que me parió!! ¡¡Mecaguenlaputadeoros y en el que levantelculo del asiento, carajo!¡ ¡¡Al que se levante le meto una patada en el culo que lo saco del avión, coño!!

Joder, les juro que en mi vida he visto a nadie sentarse tan deprisa como aquellos abueletes. El pavo que esquivaba las balas en Matrix era un caracol a su lado. Y además se sentaron todos al mismo tiempo, cada uno en un asiento, sin pisarse. Parecía como si lo tuvieran programado, los tíos.

Fue una escena increíble. Los abuelos se quedaron todos sentados con cara de susto y sin atreverse a mover un músculo ni a mirar a la azafata rubita (que ya no me parecía tan poquita cosa, y ni siquiera tan adorable). La rubita se había quedado con la cara congestionada y la vena del cuello como una chistorra (pero se la veía mucho más relajada, eso sí). Yo me quede completamente pasmado. Y la vampiresa de al lado, que fue la primera en reaccionar, de pronto empezó a descojonarse a carcajada limpia, momento en el que todo el avión se echó a reír, rompiendo así el momento de tensión.

Al final, entre las dos azafatas recolocaron a los viajeros en el mas completo orden. Los abuelos no dieron ni un solo problema más (cualquiera se atrevía), y el viaje siguió con toda normalidad.

Bueno, casi. Porque cuando estábamos despegando, me fije en que una pieza de una de las alas del avión estaba sujeta por un pasador del estilo de aquellos que se veían hace años en los cuartos de baño a modo de pestillo. Si hombre, seguro que los han visto alguna vez. Son esos que tienen una especie de semi-arandela a un lado (imagínense el marco de la puerta) y un ganchito que sube y baja al otro (la puerta, digamos) Bueno, pues algo así es lo que mantenía sujeta esa pieza al ala. Pieza a la que en mi completa ignorancia aeronáutica llamaré “flap” (pero como si le llamara “hiperfluorador magneticoacustico de cola”, porque Uds. tampoco tienen ni pajolera idea de lo que les estoy hablando ¿a que no?)

Bueno, el caso es que durante todo el viaje el pestillo se estuvo moviendo de forma más que sospechosa, amenazando con salirse en cualquier momento. Yo no es que le tenga miedo a los aviones, ni es que sea un paranoico, pero cada vez estaba mas acojonado, sinceramente. El pestillito no hacia más que vibrar, y yo me pase algo así como la mitad del viaje mirándolo fijamente, esperando el fatídico momento en el que se soltara, se desprendiera el flap de los cojones y nos fuéramos todos al carajo (que nos estrelláramos, quiero decir)

Pero no. No paso nada, evidentemente. Sólo que unos momentos antes de tomar tierra en el aeropuerto de El Prat, el jodido pestillo terminó por soltarse del todo para mayor acojone por mi parte. Parece ser que estaba todo controlado y que era normal que se soltara, porque aterrizamos sin darnos la ostia que yo estaba esperando. Pero la verdad es que me parece muy raro que una pieza tan importante como el flap (o lo que coño sea) este sujeta solamente por un simple ganchito, ¿no? Igual lo ponen para mosquear al pobre pardillo que repare en él como yo -y darle el viaje, de paso- y realmente no tiene ninguna otra utilidad, no sé.

Bueno, otro día les cuento otro viaje.